El ruido que provocan todos los
empleados en la redacción va a hacer que me estalle la cabeza. La noticia del
nuevo crimen ha hecho que todo el mundo se ponga a trabajar buscando
información sobre el crimen: si hay algún sospechoso, qué pruebas se han
encontrado, quiénes están trabajando la investigación… Todo eso, junto a la
botella de whisky que me bebí anoche no ayuda a que pueda hacer que este dolor
mengüe, así que me levanto para cerrar las cortinas y que así entre menos luz.
Justo cuando estoy de espaldas a la puerta, ésta se abre y antes de que esa
persona hable sé de quién se trata. El olor a perfume de imitación y el ruido
de los tacones sobre el suelo de madera la delatan.
- Buenos días Katherine. Supongo que me traes algo relacionado con el crimen,
como todos. – Me doy la vuelta y la miro de arriba a abajo. Viste una falda
gris de tubo que le llega hasta las rodillas y una blusa blanca, que deja
entrever una parte de lo que más de una vez he soñado con ver y tocar. Cuando
le miro a la cara sus ojos me cautivan como cada vez que la miro. Apenas me
fijo en que lleva la melena rubia recogida en un moño, o en la tersura de su
piel; esos enormes ojos azules hipnotizan a cualquiera. Por un momento me
olvido de por qué está allí. - ¿Qué traes?
- Buenos días Gordon. Traigo un par de fotos del inspector Dusk junto a un
desconocido, entrando en la comisaría. – Por como habla, no se ha dado cuenta
de cómo la miraba. O simplemente me ignora. – Mira. Las ha tomado un fotógrafo
amigo mío esta mañana sobre las diez y cuarto.
Me coloca tres fotos sobre la mesa y me acerco a mirarlas. En la primera foto
aparece un hombre joven, de unos treinta años, delgado y con el pelo engominado
hacia atrás, que viste unos vaqueros y un polo. Lo más llamativo son las gafas
de pasta que lleva, hace años que ya no se llevan. En otra foto se le ve a él
junto con alguien a quien sí conozco: el inspector Oliver Dusk. Como siempre,
sale con su expresión hosca y con el siempre presente cigarrillo en la mano. En
esta foto se puede apreciar la diferencia entre ambos hombres. Mientras Dusk es
bastante grande y fornido, el desconocido es por lo menos una cabeza más bajo y
mucho menos robusto. La tercera foto los muestra a ambos entrando en la
comisaría.
- ¿Qué te parecen jefe? – Me pregunta Katherine, mientras se inclina sobre la
mesa deleitándome con una gran vista.
- Están bastante bien. – Realmente ni yo sé sobre qué estoy opinando. – Las
quiero en la edición de mañana. Y quiero que te pongas a investigar sobre el
otro hombre. Quiero saberlo todo: nombre, edad, trabajo, dónde vive, si tiene
perro, si se lleva bien con sus vecinos… Todo lo que pueda servir para saber si
es un sospechoso o un testigo.
- No creo que sea un testigo. Estuve anoche en la escena del crimen desde que
llegó la policía y no recuerdo que ningún agente hablará de algún testigo, ni
tampoco vi a nadie.
- Entonces, ¿estás diciendo que crees que es el sospechoso?
- No. Solamente digo lo que vi. De todas formas no deberíamos precipitarnos.
Llamaré a mi contacto en la policía e intentaré que me cuente todo lo que sepa
sobre este tipo.
- Está bien. Ve y haz tus llamadas. Tengo mucho trabajo que hacer.
- Vale. Hasta luego jefe. – Dice mientras se marcha cerrando la puerta tras
ella. El olor de su perfume se queda durante un rato en el despacho, hasta que
resulta empalagoso. Cojo el teléfono y marco un número al que ya he llamado
muchas veces.
- Hola. Buenos días. Soy Gordon Parker. ¿Podría hablar con Alex King?
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